Más allá de lo que suceda en la cumbre de Alaska, la invitación a Putin a reunirse en EE.UU., es una extraordinaria victoria para el autócrata ruso, que rompe de modo estentóreo su aislamiento y lo jerarquiza al punto de líder global que siempre ha buscado. No sorprende la alarma en Ucrania y el establishment europeo.
Más allá de lo que suceda en la cumbre de Alaska, la invitación a Putin a reunirse en EE.UU., es una extraordinaria victoria para el autócrata ruso, que rompe de modo estentóreo su aislamiento y lo jerarquiza al punto de líder global que siempre ha buscado. No sorprende la alarma en Ucrania y el establishment europeo.



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